Sin importar el tamaño de tu emprendimiento o empresa, el contar con una marca diseñada correctamente, le aportará a tu proyecto confianza, credibilidad y la diferenciación que buscas para conectar con tu cliente ideal, impulsar tu posición en el mercado y además elevar tu facturación.
Es muy común escuchar hoy en dia a emprendedoras y empresarias frustradas con los resultados de su negocio. Muchas consideran estar transitando una faceta de estancamiento y otras están abrumadas por la transformación digital y las nuevas tendencias del mercado.
En ese momento es cuando mi método Branding a la Medida y con Intención™, llega tal cual como salvavidas para lograr que pequeñas y medianas marcas logren alcanzar los objetivos que se han planteado, a través de la comunicación e imagen visual efectiva.
En pocas palabras el branding no es solo necesario para salir al mercado a ofrecer tus servicios y productos con seguridad, sino también porque te permite mantenerte y escalar en el entorno que te desenvuelves. Seguro ahora mismo te estarás preguntando: ¿Qué es el branding?
El branding es un término utilizado en el mundo del marketing, el cual se refiere al proceso de desarrollar y construir marcas tomando en cuenta pilares estratégico con el objetivo de comunicar un mensaje conciso. Yo lo defino de la siguiente manera: “El arte de comunicar con coherencia la personalidad y forma de vivir de una marca.” -Arianna Valerie
Dentro de este proceso hay dos elementos de suma importancia que se deben desarrollar con mucha precisión como lo son:
La Identidad de Marca: Plasmar el conjunto de creencias, la personalidad, la propuesta de valor y esa esencia particular que caracteriza a la marca y resulta crucial para poder construir estrategias coherentes. Yo lo denomino el corazón de la marca, la parte intangible, no se ve pero se siente. En esta faceta el objetivo es aterrizar ciertos pilares fundamentales, entre ellos tenemos: el propósito (razón de ser o de existir de la marca), la misión (que hace la marca para alcanzar el propósito) y el manifiesto (en que cree la marca). Tomando cuenta también el perfil del cliente que queremos atraer, entendiendo y conociendo de cerca sus puntos de dolores, las tendencias actuales, necesidad del nicho e indicadores de la competencia directa e indirecta.
Recordando que la marca más que convertir (completar una transacción monetaria) en un determinado momento, tiene como cometido cultivar una relación y estrechar lazos de fidelidad. Recordando siempre que el mejor activo son los clientes felices.
Es decir se trata de darle forma al concepto comunicacional de la marca, tomando en cuenta factores internos y externos. Para poder darle paso al segundo elemento del proceso de Branding, traducir el concepto comunicacional en un concepto visual.
La Identidad Visual: La misma surge del resultado de la combinación de colores, tipografía, trazos, texturas y símbolos. La identidad visual es lo que conocemos como el logo de una marca, ese sello original, único y con carácter que representa la esencia de la misma. Esta es la parte tangible y completamente visible que permite que la marca sea reconocida a simple vista. Esta imagen debe ser diseñada cumpliendo criterios de funcionalidad como: simplicidad, legibilidad, consistencia, adaptabilidad, reflejo y sostenibilidad en el tiempo. El diseño a diferencia del arte se caracteriza por su funcionalidad y eficacia, por lo que a la hora de seleccionar el estilo y la imagen visual que representará a la marca más allá de enfocarse en la “belleza”, la cual es subjetiva ante cualquier individuo, es conveniente tomar en cuenta la funcionalidad de dicha imagen.
Ahora bien, si dichos elementos están compuesto de factores completamente diferentes, los mismos juegan un papel fundamental para lograr una marca memorable por lo que el proceso siempre debe estar perfectamente alineado y en consonancia.
El proceso de branding nunca para, todo lo contrario, evoluciona constantemente por la influencia de condiciones externas cambiantes como: avances tecnológicos, transformación digital, la globalización, nuevas generaciones y nuevos estilos de vida; los cuales hacen que las necesidades, intereses y gustos del consumidor se encuentren en un “proceso de construcción a diario”. Esto obliga a las marcas a reinventarse y replantearse su concepto continuamente, sin olvidar su propósito y manteniendo su esencia.
Por lo que una marca que se mantiene a la vanguardia con una propuesta innovadora, una imagen impecable y una experiencia inolvidable, es capaz de permanecer en el tiempo e impactar positivamente a su comunidad.